‘El Baile de las Luciérnagas’ de Kristin Hannah, la emotiva novela que querrás que lea tu mejor amiga

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De la autora de El Ruiseñor
la emotiva novela que querrás que lea tu mejor amiga

El Baile de las Lueciérnagas
Libros, Novedades

En el caluroso verano de 1974, Kate Mularkey ha decido aceptar su papel de cero a la izquierda en la vida social de su instituto. Hasta que, para su sorpresa, «la chica más cool del mundo» se muda al otro lado de su calle y quiere ser su amiga. Tully Hart parece tenerlo todo: belleza, inteligencia y ambición. No pueden ser más distintas. Kate, destinada a pasar inadvertida, con una familia cariñosa pero que la avergüenza a cada momento, y Tully, envuelta en glamour y misterio aunque poseedora de un secreto que la está destrozando. Contra todo pronóstico, se hacen inseparables y sellan un pacto para ser mejores amigas para siempre.
Durante 30 años se ayudarán mutuamente para mantenerse a flote esquivando las tormentas que amenazan su relación: celos, enfados, dolor, resentimiento… Y creerán que han sobrevivido a todo hasta que una traición las separe… y someta su valor y su amistad a la prueba más dura.

 

A continuación, les traemos un fragmento de la novela ‘El Baile de las Luciérnagas’:

“A partir del momento en que Tully aceptó el nuevo empleo, Kate se vio siguiendo la vida de su amiga desde la distancia. Transcurrían los meses y llevaban existencias separadas, solo con la geografía como único denominador común. Para cuando terminó el verano de aquel año, su diminuto departamento, en otro tiempo contenedor de sus vidas, se había convertido en algo parecido a una estación de paso. Tully pasaba doce horas al día, siete días a la semana, trabajando. Cuando no estaba en el trabajo se dedicaba a investigar posibles noticias o reportajes, decidida a hacer algo, lo que fuera, que la colocara delante de una cámara.
Sin Tully, la vida de Kate perdió su forma como un jersey lavado demasiadas veces que por mucho que se recoloque o doble no tiene arreglo. Su madre no hacía más que instarla a que saliera de su abatimiento y quedara con chicos, a que se divirtiera, pero ¿cómo iba a quedar con chicos si los que se interesaban por ella no le despertaban ningún interés?
Tully en cambio no padecía esta dolencia. Aunque seguía llorando por Chad cuando se tomaban una copa las dos solas en casa, no tenía problemas para conocer chicos y llevárselos al departamento. Kate aún no había visto al mismo hombre salir dos veces del dormitorio de su amiga. Según esta, ese era el plan. No tenía intención alguna —o eso decía— de enamorarse. Ahora que Chad no estaba, Tully se había convencido de que lo amaba desesperadamente, tanto que ningún otro hombre podía competir con él. Pero no lo bastante, como siempre señalaba Kate, como para llamarlo o irse a vivir a Tennessee.
A decir verdad, Kate empezaba a cansarse de las ebrias conversaciones de su amiga sobre lo épico de su amor por Chad.
Kate sabía lo que era el amor, cómo podía volverte del revés y secarte el corazón. Un amor no correspondido era algo desolador y terrible. Vivía cada día como un planeta insignificante en la órbita de Johnny, mirándolo, deseándolo, sufriendo por él en solitario silencio.
Después de la larga noche en la sala de espera del hospital, Kate había llegado a pensar que tenía motivos de esperanza. Había tenido la sensación de que entre los dos se había abierto una puerta; habían hablado con naturalidad de cosas importantes. Pero los avances conseguidos bajo la luz fluorescente de aquella sala de espera se habían desvanecido con el amanecer. Kate nunca olvidaría la expresión en la cara de Johnny cuando supo que Tully se pondría bien. Era algo más que alivio.
Entonces fue cuando se separó de ella.
Y ahora había llegado el momento de que ella hiciera lo mismo. De dejar sus fantasías de niña pequeña en el arenero junto con otros juguetes olvidados y seguir con su vida. Johnny no la quería. Las ilusiones que se hacía en sentido contrario no eran más que eso: ilusiones.
Aquello no podía continuar. Era la decisión que había tomado aquel día en el trabajo mientras esperaba en la puerta del despacho de Johnny a que este reparara en su presencia.
En cuanto terminó su jornada fue al quiosco de prensa del Public Market y compró todos los periódicos locales. Mientras Tully estaba de fiesta con el chico de turno o trabajando hasta tarde, Kate tenía intención de cambiar el rumbo de su vida.”

Kristin Hannah
Kristin Hannah

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