La viuda de José Alfredo Jiménez por fin habla en ‘Cuando viví contigo’

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Alicia Juárez en colaboración con Gabriela Torres Cuerva y Gina Tovar nos traen la novela ‘Cuando viví contigo’.

Cuando viví contigo
Libros, Novedades

Los últimos años de José Alfredo Jiménez fueron de una intensidad desbordante. Además de haber sido el momento más exitoso en su carrera como compositor e intérprete, también fueron los años que vivió con Alicia Juárez. Canciones inmortales que impactaron al mundo surgieron con la libertad de un río, del viento, del corazón que encuentra y decide quedarse con la Escuincla, la mujer emblemática durante este fragmento de aliento.
La belleza no se tiñe de un solo color ni se arma fácilmente. José Alfredo y Alicia viven una paradoja: tanto la dicha de alcanzar la cima de la plenitud y el gozo, como el vértigo de caer al oscuro y cruel abismo de los sentimientos al límite. Una vida llevada a sus máximos alcances, al disfrute por el mismo hecho de existir, de cantar, de tomar el micrófono y esparcir su voz y sus palabras en infinidad de personas.
Cuando viví contigo es la voz y la memoria de Alicia Juárez que, ahora, por fin, salen a la luz, apenas unos meses después de su muerte.

Los dejamos con tres fragmentos de este nuevo libro en el que la verdad sale a la luz a través del recuerdo de Alicia Juárez.

“Me acomodé muy cerquita de José Alfredo esa noche. Lo besé con mucha ternura y observé su rostro, donde ya se reflejaban las arrugas de poco más de cuatro décadas. Era mi esposo, lo conocía bien; así como cierto día comencé a familiarizarme con la manera en la que imponía, cómo se presentaba e inspiraba, sus chistes y costumbres, así también estaba muy cerca de conocer el otro lado de la moneda, la dualidad de la vida y de su personalidad: entre el sufrimiento y el amor.”

“Me dolía, me calaba, me quemaba por dentro la mentira, el engaño, el ser la última en saber. Siempre confié en su mano, en sus pasos, sus decisiones. Cuando comenzó a beber alcohol no lo detuve, ni siquiera lo intenté porque creía que él sabía lo que hacía. Claro que lo sabía y tan grande era su conocimiento sobre mí que entendía la decepción que significaba en mi corazón y mi cabeza el enterarme sobre su adicción a la cocaína. Consumía drogas y yo no sabía.”

“Mi carencia de sabiduría, de experiencia, de años, fue el factor fundamental que me llevó a aguantar en vez de cuestionar lo que le estaba sucediendo a nuestra relación. Yo siempre le creía cuando lo veía llorar, sus lágrimas me orillaban a abrazarlo, a besarlo y a pedirle perdón también. De repente sus cachetadas cobraban sentido, la sucesión de las acciones pasadas adquirían coherencia. ‘Todo está bien, no te voy a dejar’, le susurraba. Mis palabras resultaban milagrosas para su corazón acongojado.
—Te juro que ésa fue la última vez —me dijo.
—Te creo.
Muy en el fondo, debajo de la mezcla de amor y pánico que me amarraban a su lado, sabía que mentía.”

 

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