Reseña. Titanes del Pacífico: La Insurrección.

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Niebla

Diseñador con mucha hambre. Hijo pródigo de la perla de Occidente.

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Kaijus, robots gigantes, destrucción y mucha acción. ¿Qué podría salir mal si es la secuela de una gran película dirigida por Guillermo del Toro?

Titanes del Pacífico: La Insurrección (2018) es dirigida por Steven S. DeKnight director y escritor de acción de grandes series como Daredevil en Netflix y Spartacus.  Insurrección continúa la historia de su antecesora, donde monstruos gigantes conocidos como Kaijus, atacan a nuestro planeta. Estos aparecen gracias a una falla dimensional en el Océano Pacífico que conecta nuestros mundos, su propósito es destruir nuestra atmósfera y así conseguir un lugar propicio que puedan tomar como su hogar. Debido a esto los gobiernos del mundo unen esfuerzos y crean defensas capaces de detener estás amenazas: Jaegers robots tripulados por 2 pilotos, los cuales comparten un lazo mental que les permite establecer una conexión a nivel neuronal y así tener un mejor control sobre estas masas de acero. Al final de la cinta se logra cerrar la falla y así salvaguardar el destino de la humanidad.

 

 

Esta segunda entrega inicia 10 años después, con un mundo en paz, reconstruido e ignorando el terror de tiempos pasados. Son días en donde muchos intentan replicar las viejas glorias de los Jaegers e intentan construir sus propios robots para fines personales.

Una de ellos es Jake Pentecost (John Boyega), hijo del gran Stacker Pentecost, héroe mundial que ayudó a derrotar a los Kaijus sacrificando su propia vida en este acto. Por esta y otras razones Jake vive como un chatarrero sin responsabilidades, que se dedica a comercializar piezas de modelos viejos en el mercado negro a un alto costo. Una actividad que le ha permitido vivir cómodamente, pero que necesita estar en constante búsqueda de piezas con un monto superior y así asegurar su bienestar.
En uno de estos intentos, conoce  a Amara Namani (Cailee Spaeny), una pequeña con grandes habilidades y conocimientos sobre la mecánica Jaeger, hecho que los llevará a tomar un nuevo rumbo en sus vidas, tomar el control y sobre todo sanar las heridas del pasado que ambos llevan consigo.

Pues bien, Insurrección es una cinta llena de acción, cargada de muchas secuencias de pelea y montones de CGI. Esto no sonaría tan mal si la cinta nos aportara un poco más de desarrollo de la historia y personajes.

Un punto a favor de la primera entrega fue retomar inspiración de grandes influencias del género Kaiju, adaptarlos a un mundo contemporáneo y darle valor a cada personaje, otorgándoles profundidad, miedos, historia y un propósito. En pocas palabras, la cinta nos encantó porque más que efectos especiales y batallas épicas, al final de la misma nos ofrecía algo hecho con pasión. El corazón en los detalles.

 

 

Las actuaciones y las intervenciones no aportan nada nuevo, son planas, predecibles y forman parte del colectivo de clichés que vemos en cada cinta de acción, la incorporación de actores de la primera película como Charlie Day, Burn GormanRinko Kikuchi ayudan a crear el punte esencial entre ambas películas, pero son elementos que fueron desperdiciados o simplemente afectaron la naturaleza propia del personaje en beneficio del guión y coherencia de la historia. 

La película entiende que su fuerte no será su guión y que sus historias paralelas no aportarán mucho a la trama principal, y fija su atención en lo único que puede ofrecernos: acción sin sentido.

Es un ballet de emociones, entre robots, monstruos, ciudades y destrucción. Y es mágico.

 

 

Una cinta así donde por casi 2 horas ves masas gigantescas de acero pelear a golpes contra creaturas más grandes que ellos, emociona a cualquiera. Ojalá esto fuera lo más importante, pero al final es un poco repetitivo y sin sentido ver esas mismas secuencias en distintos puntos de la película.

Otro aspecto es el diseño en los Jaegers, ahora no dedicaron tiempo en crear una personalidad propia, solamente se dedicaron a ajustar el mismo modelo en tamaños y colores diferentes, sin que lleguemos muchas veces a ver que hace especial uno del otro. Mismo caso con los Kaijus, que parecen diseños que quedaron en el tintero y los reutilizaron sin ofrecer una estética nueva.

Pacific Rim: La Insurrección, queda muy lejos de la obra maestra que creó hace unos años Guillermo del Toro e intenta de una manera pobre continuar con una historia que daba para mucho más. Aún así para los fanáticos del género les resultará entretenida y con expectativas de una tercera y final entrega.

 

 

 

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