Te daría el sol, una historia que no te puedes perder

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Interiorista con vocación geek. De naturaleza Idealista, soñadora y pacifista, amante de los libros, los gadgets y las artes. Siempre con hambre de conocimiento. Todóloga y multitasking. @GalyPoucel

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Jude y su hermano gemelo, Noah, están increíblemente unidos. A los trece años, el solitario Noah se la pasa dibujando y se enamora de su encantador vecino. Por su parte, a la temeraria Jude no le asusta nada, le gusta surfear, usa labial rojo y habla por los dos. Pero tres años después Jude y Noah apenas si platican. Algo sucedió que ha separado a los gemelos en diferentes y distanciadas formas de ser… hasta que Judy conoce a un chico engreído, frágil y guapo, y a alguien más, una nueva fuerza aún más impredecible en su vida. Los primeros años tratan la historia de Noah. Los años posteriores son acerca de Jude. Lo que los gemelos no saben es que cada uno sólo tiene una mitad de la historia, y que si encontraran la manera de reconciliarse, tendrían una oportunidad de rehacer su mundo.

FRAGMENTOS
Noah
13 años y medio
“Al cabo de un rato, los árboles me devuelven a la normalidad.
O puede que sea él.
Debe de rodearlo una especie de campo de paz (a lo mejor le mana de un dedo) porque, sí, ahora me siento relajado, o sea, invadido por una calma sobrenatural, como si fuera un resto de mantequilla. Es rarísimo.
De vez en cuando, se detiene para coger una piedra y examinarla. Algunas las vuelve a tirar, otras se las guarda en el bolsillo de la sudadera, que le hace bolsas de tanto peso. Cada vez que se detiene, yo lo espero, ardiendo en deseos de preguntarle qué busca. Ardiendo en deseos de saber por qué me ha seguido. Ardiendo en deseos de preguntarle por el telescopio, y si las estrellas también se ven a la luz de día. Ardiendo en deseos de averiguar de dónde es, cómo se llama, si hace surf, cuántos años tiene y a qué colegio irá en otoño. Trato unas cuantas veces de formular una pregunta que suene casual y normal, pero las palabras se me atragantan y no lo consigo. Cuando desisto por fin, saco mis pinceles invisibles y me pongo a pintar mentalmente. Y se me ocurre que quizá las piedras sean su lastre para evitar salir volando.”

Jude
16 años
“¿Cómo se atrevía a hacerme algo así?
¿Cómo era posible que hubiera decidido dejarme sola?
Me dijo que no pretendía suicidarse, pero no le creí. Aquel primer salto fue distinto a todos los que siguieron. Aquella vez pretendía abandonar la Tierra para siempre. Lo sé. Quería acabar con todo. Había decidido marcharse. Dejarme. Y lo habría conseguido si yo no lo hubiera traído de vuelta.
Me parece que el tapón de la válvula que se me ha aflojado durante la conversación con Oscar ha saltado definitivamente. Aporreo el cincel con tanta fuerza que todo mi cuerpo, el mundo entero vibran.
Noah dejó de respirar. Así que, durante unos instantes, experimenté la vida sin él.
Por primera vez. Jamás habíamos estado separados. Ni siquiera en el útero. Hablar de terror no se acerca siquiera a describir lo que sentí. Furia tampoco. Ni desolación. No hay modo de describirlo.
No estaba. Ya no estaba conmigo.”

Jandy Nelson estudió la licenciatura en la Universidad de  Cornell, una maestría en Escritura Creativa de Poesía en la Universidad de Brown y otra maestría en Escritura Creativa de Literatura Infantil y Juvenil en Vermont College. Ha sido agente literaria durante muchos años y también ha publicado poesía. Su primera novela, El cielo está en cualquier lugar, fue ganadora del Horn Book Award y del YALSA, entre otros. Vive en San Francisco, California.

 

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