‘Una de esas chicas’ de Sara Zarr

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Cuando Deanna Lambert tenía trece años,
su padre la encontró con un chico mayor.

Una de esas chicas
Libros, Novedades

En ese instante, la vida de Deanna Lambert cambia para siempre.
Años después, todavía tratando de superar las repercusiones de ese encuentro y marcada por el estigma de ser «una de esas chicas», Deanna sueña con escapar de una vida definida por su pasado.
Con sutilidad, elegancia y profundidad emotiva, Una de esas chicas nos lleva a pensar sobre la resiliencia del ser humano, y su capacidad de cambio y redención.

Mi padre lleva todo ese tiempo sin mirarme a los ojos
y prácticamente sin dirigirme la palabra…”

Los dejamos con un fragmento del libro y el trailer de la nueva serie basada en el libro:

Tenía trece años cuando mi padre me sorprendió con Tommy Webber. Eran las once de un martes por la noche, y estábamos en el asiento trasero del Buick de Tommy, que habíamos estacionado junto al viejo restaurante Chart House de Montara. Tommy tenía diecisiete años y, en teoría, era amigo de mi hermano, Darren.
Yo no estaba enamorada de él.
Ni siquiera creo que me gustara.
Hacía frío en el interior del coche y Tommy estaba drogado. Habíamos hecho más o menos lo mismo unas cuantas veces anteriormente. Yo notaba el aroma a salitre de la playa y escribía mentalmente la historia de una chica que salía a surfear en un mar gélido y verdoso. Cierto día empezaba a remar hacia alta mar, sin darse cuenta de lo mucho que se estaba alejando de la orilla
hasta que miraba atrás y descubría que ya no la veía.
Escribía el relato mentalmente mientras Tommy iba a lo suyo con los dedos enredados en mi coleta.
Yo era la chica —la surfista— que veía en mi imaginación cuando Tommy soltó una maldición y salió de dentro de mí. Mi padre lo sacó a rastras del coche y a continuación hizo lo propio conmigo. Tiró a Tommy al suelo, y a mí me empujó al interior de nuestro viejo Tercel. Instantes antes de que abandonáramos el estacionamiento, miré de reojo a mi padre. Puede que viera lágrimas corriendo por sus mejillas o tal vez fuera una ilusión óptica, el reflejo de la luz de los faros proyectada en la niebla nocturna.
Empecé a decir algo, no recuerdo qué.
—No —me cortó él.
Sucedió hace casi tres años.

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