‘Los reyes de la arena’ de George R. R. Martin
Juan Carlos
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George R. R. Martin, el autor de fantasía más importante del mundo, demuestra aquí su magistral dominio del género de terror: «Los reyes de la arena», relato que da título al presente volumen, fue multipremiado con los prestigiosos Hugo, Nebula y Locus.
Antes de vender millones de ejemplares y cosechar fama mundial por la saga Canción de Hielo y Fuego, George R. R. Martin publicó cuentos y novelas de fantasía, terror y ciencia ficción.
Gracias a sus extraordinarias dotes narrativas y su capacidad magistral para crear mundos, se ha ganado el respeto de los lectores y la ovación de los jurados de los premios Hugo, Nebula, World Fantasy Awards y varios más.
El protagonista de «Los reyes de la arena», novela corta que da título a esta antología, convive con criaturas que parecen insectos, pero no lo son; en su arrogancia, cree que puede imponer su voluntad sobre especies provenientes de otros planetas, sin considerar que hay criaturas igual de mortíferas e inteligentes
Martin es además un maestro para combinar géneros: «Tráfico de piel» es un relato noir con licántropos, y la mezcla de horror con ciencia ficción de «En la casa del Gusano» nos hace sentir nostalgia por un sol moribundo que no conoceremos jamás.
Los dejamos con un fragmento de uno de los cuentos incluídos en esta antología en la que George R. R. Martin nos lleva a un mundo de suspenso
EL HOMBRE CON FORMA DE PERA
El Hombre con forma de pera vive abajo, al final de la escalera. Tiene los hombros estrechos y encorvados, y las nalgas enormes, imponentes. O quizá sólo lo parezca por la ropa que lleva; nunca nadie ha confesado haberlo visto desnudo, y mucho menos desearlo. Viste gruesos pantalones de poliéster color café que le quedan demasiado holgados, tienen los bajos anchos y el trasero raído, y sus bolsillos grandes y profundos están tan abarrotados de cositas y basuras que forman una protuberancia a cada lado; los usa muy arriba, por encima del barrigón, ceñidos en torno al pecho con un delgado cinturón de cuero. De hecho, los lleva tan arriba que se le ven perfectamente los calcetines medio caídos, y muchas veces también cuatro o cinco centímetros de piel fofa y lechosa. Siempre lleva camisa de manga corta, blanca o azul claro, con el bolsillo del pecho lleno de bolígrafos Bic, de los baratos de tinta azul; seguramente pierde las tapas, o las tira, porque alrededor del bolsillo de la camisa se ven manchas acumuladas de tinta. Su cabeza es como una segunda pera montada sobre la primera; tiene mucha papada, las mejillas gordas y la coronilla casi acabada en punta. Su nariz es ancha y chata, de poros grandes y grasientos. Tiene los ojos, pequeños y claros, muy juntos. Tiene el pelo fino, castaño, lacio y casposo; parece que no se lo lava nunca, y hay quien dice que se lo corta él mismo con un cuenco y un cuchillo romo. Además, El Hombre con forma de pera huele raro; es un aroma dulzón, un poco agrio, una mezcla de mantequilla rancia, carne pasada y verduras podridas en el bote de basura. Tiene la voz aguda, débil y chillona; una vocecita que sería graciosa viniendo de un hombre tan grande y tan feo, pero lo cierto es que resulta inquietante, aunque su sonrisa forzada es más inquietante aún. Los labios son gruesos y húmedos, y sonríe sin abrir la boca ni mostrar los dientes. Todos lo conocemos, claro. Cualquiera conoce a un Hombre con forma de pera.
Los relatos de terror de Martin son un placer absoluto: confirman que su verdadera fuerza narrativa no radica en su fantasía épica, sino en su ficción corta” – Aidan Moher, autor de Tide of Shadows y ganador del Hugo.