Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo
Joshua
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Chimamanda Ngozi Adichie
Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo
Esta emotiva carta a una joven madre reivindica en quince consejos la formación de nuestros hijos en la igualdad y el respeto, el amor por los orígenes y la cultura. Una invitación a rechazar estereotipos y a luchar por una sociedad más justa.
CUARTA SUGERENCIA
El Feminismo Light emplea analogías como ‘Él es la cabeza y tú el cuello’. O ‘Él conduce, pero tú viajas en el asiento delantero’. Aún más preocupante, dentro del Feminismo Light, es la idea de que los hombres son superiores por naturaleza pero ‘deben tratar bien’ a las mujeres. No. No. No. El bienestar de una mujer debe basarse en algo más que la benevolencia masculina.
El Feminismo Light recurre al lenguaje de la ‘permisión’. Theresa May es la primera ministra británica y un diario progresista de su país describía así a su marido: ‘Philip May es conocido en la política por ser un hombre que ha dado un paso atrás para permitir que sea su mujer, Theresa, quien brille’.
Permitir.
Démosle la vuelta. Theresa May ha permitido brillar a su marido. ¿Tiene sentido? Si Philip May fuera primer ministro quizá oiríamos que su esposa le ha ‘apoyado’ desde un segundo plano o que está ‘detrás de él’ o ‘a su lado’, pero jamás que le ha ‘permitido’ brillar.
‘Permitir’ es una palabra preocupante. ‘Permitir’ habla del poder. A menudo escucharás a miembros del capítulo nigeriano del Feminismo Light decir: ‘Dejad que la mujer haga lo que le plazca siempre y cuando su marido se lo permita’.”
SÉPTIMA SUGERENCIA
Condicionamos a las niñas para que aspiren al matrimonio y no a los niños y, por tanto, ya desde el principio existe un desequilibrio terrible. Los niños se convertirán en hombres a los que no les angustia el matrimonio. Las mujeres se casarán con esos hombres. Automáticamente la relación será desigual porque la institución le importa más a una parte que a la otra. ¿Es de extrañar entonces que, en muchos matrimonios, las mujeres sacrifiquen más, en detrimento de sí mismas, porque han mantenido un intercambio constantemente desigual? Una consecuencia de este desequilibrio es el manido y conocido fenómeno de dos mujeres peleándose por un hombre mientras él permanece en silencio.
Cuando Hillary Clinton se presentó a presidenta de Estados Unidos, el primer descriptor de su cuenta de Twitter era ‘esposa’. Todavía lo es. El primer descriptor de su marido, Bill Clinton, en su cuenta de Twitter era ‘fundador’, no ‘esposo’. (Razón por la que siento un afecto irracional por los escasos hombres que empiezan describiéndose como ‘esposo’.) De un modo extraño, no resulta peculiar que Hillary Clinton se describa así mientras que él no se describe como marido. Parece normal porque es muy habitual; nuestro mundo todavía valora por encima de cualquier otro aspecto el rol marital y maternal de la mujer.”
DÉCIMA SUGERENCIA
“Fíjate en cómo tratáis el tema de la apariencia. Anímala a practicar deporte. Enséñale a ser activa físicamente. Pasead juntas. Nadad, Corred. Jugad al tenis. Al fútbol. Al ping-pong. A toda clase de deportes. A cualquier deporte. Lo considero importante no solo por los beneficios obvios para la salud, sino porque puede ayudar con las inseguridades relativas a la imagen corporal que el mundo arroja contra las mujeres. Permítele descubrir la valía de ser activa. Los estudios indican que las chicas suelen dejar de practicar deporte en la pubertad. No me sorprende. Los pechos y los complejos pueden interferir con el deporte: yo dejé de jugar fútbol americano cuando me crecieron los pechos porque lo único que quería hacer era ocultar su existencia y correr y placar no me lo ponían fácil. Trata, por favor, de que a ella no le pase lo mismo.
Si le gusta el maquillaje, deja que se maquille. Si le gusta la moda, deja que se arregle. Pero si no le gusta ni una cosa ni la otra, déjala tranquila. No creas que criar una feminista consiste en obligarla a rechazar la feminidad. Feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente. Es misógino sugerir lo contrario. Por desgracia, las mujeres han aprendido a avergonzarse y disculparse de los intereses que tradicionalmente se consideran femeninos, tales como la moda y el maquillaje. Pero nuestra sociedad no espera que los hombres se avergüencen de los intereses que tradicionalmente se consideran masculinos: los coches deportivos, ciertos deportes profesionales.”
http://www.cerep.ulg.ac.be/adichie/index.html