Corazón de Jazz, de Sara Lövestam
Joshua
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Corazón de Jazz
En Corazón de Jazz, Sara Lövestam se pregunta: ¿Qué puede aprender una adolescente víctima de acoso escolar de un anciano músico? Para empezar, que la vida necesita un poco de swing.
Sinopsis de Corazón de Jazz
Sara Steffi, cada día de colegio es una pesadilla. Vive atemorizada por la popular Karro, que no deja pasar un momento sin decirle lo asquerosamente insignificante que es. Steffi sobrevive gracias a la música. Toca el bajo y escucha jazz de los años 40 siempre que puede. Las alegres canciones se llevan lejos sus preocupaciones.
Un día, al pasar por la residencia de ancianos oye a un hombre tocar una melodía familiar. Como Steffi, Alvar es un apasionado de la música. Llegó a Estocolmo cuando la Segunda Guerra Mundial devastaba Europa con la idea de convertirse en un famoso intérprete de jazz.
Steffi empieza a pasar cada vez más tiempo en la residencia con Alvar, aprendiendo de él y evadiéndose de la escuela. Y las historias del anciano pueden ser justo lo que necesita para acabar de una vez por todas con sus problemas.
Fragmento de Corazón de Jazz
“Steffi es consciente de dos cosas de su aspecto: que es fea y que es bonita. Lo primero es una realidad en la escuela y, por ende, en el resto del mundo. Lo otro es una realidad en el número 21 de la calle Herrvägen, a excepción de una zona restringida que es el cuarto de Julia. Ella opina que Steffi no tiene remedio. Su madre piensa que es ‘bonita tal y como es’ y su padre la llama ‘linda’, por su significado en español y no por el nombre de chica que es en sueco. Edvin dice que parece un muppet, y Steffi, por su parte, no tiene ni idea.”
“Todo empezó cuando aquel hombre del tren lo llamó swingpjatt. Durante el trayecto a Estocolmo el glosario fue creciendo hasta que Alvar apenas lo pudo retener en la cabeza. El hombre del clarinete parecía divertirse con aquello y cada vez soltaba expresiones más extrañas.
—¿Dónde vas a sobarla cuando llegues a la urbe? Porque supongo que no tienes guita para meterte en un hotel.
[…]
—‘Guita’ significa ‘dinero’. Será mejor que lo sepas, ahora que te metes en la gran ciudad. ‘¿Tienes guita?’, puede que te pregunte alguien, y entonces tú dices ‘apenas’. ¿Puedo oír un ‘apenas’?
Alvar soltó un ‘apenas’. La muchacha se rio entre dientes. Así se habían pasado todo el viaje.
—Evidentemente, va a dormir en casa de su pariente —se entrometió otro pasajero—. Y usted, usted puede irse con los suyos en lugar de arrastrar a jóvenes inocentes a… actividades de esas.
El hombre forzó una expresión de asombro y miró al iracundo viajero arqueando las cejas.
—Hay que ver…, yo no veo nada inmoral en tararear un poco, ‘ba-ba-ba’…
Lo último lo cantó al estilo de Alice Babs, guiñándole un ojo a la muchacha de al lado.
—Y en cuanto a las actividades… Bueno, yo no me he metido con sus compañías, caballero; y, por lo que a mí respecta, tan solo me dedico a soplar mi instrumento, lo que, que yo sepa, no ha matado todavía a ningún noruego.
Alvar contuvo el aliento. Nunca se sabía, según su madre, nunca, quién estaba escuchando cuando uno hablaba de la guerra. Su padre ni siquiera empleaba la palabra ‘guerra’, sino que la llamaba ‘el desastre’. Y aquí estaba el hombre del clarinete acusando, aparentemente, a unas personas de ser germanófilas. Un crimen igual de grande que el de culpar a otros de no serlo, dependiendo de quién estuviera escuchando. Alvar no fue el único del vagón que se retorció en el banco.”
De la autora de Corazón de Jazz
Sara Lövestam. Nacida en 1980, trabajó como profesora de sueco para emigrantes y actualmente es periodista freelance. En 2009 ganó el premio Bok-SM a la mejor novela debut con su primer libro, Udda (Diferente). Es considerada una de las voces más reconocidas de la nueva generación de escritores suecos.