En legítima defensa

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Joshua

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En legítima defensa

Yakiri Rubio

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“¡Qué sería de este país de machos donde campean la violencia, la misoginia y el odio, sin mujeres como Ana Katiria! ¡Qué sería de nosotros sin esas voces, como la suya, que no sólo claman justicia, sino que son capaces de arrancársela a un régimen que sistemáticamente nos la niega!” Epigmenio Ibarra

En diciembre del 2013, la joven Yakiri Rubio fue secuestrada por dos hombres que la condujeron a un hotel para violarla. Después de ultrajarla, uno de ellos intentó asesinarla. Ella mata al agresor en defensa propia y es acusada de homicidio calificado y encarcelada.

La autora del libro, Ana Katiria Suárez, es la abogada penalista que defendió a Yakiri Rubio: aquí cuenta la estremecedora historia de la joven y su larga lucha por obtener libertad y justicia. En una carrera contra el tiempo, después de haber tenido acceso a un expediente mutilado, su objetivo desde el primer momento fue demostrar que Yakiri actuó en legítima defensa tras haber sufrido una violación sexual.

Con la pasión que caracterizó su defensa, la autora relata los pormenores de un proceso viciado desde el origen, repleto de omisiones, fallas y contubernios entre los delincuentes y la autoridad. Muy pronto, el caso se convirtió en una lucha personal por los derechos humanos y una cruzada jurídica con perspectiva de género. Así, ésta también es la narración cruda e intensa de una mujer que se enfrentó a la violencia machista, a las instituciones patriarcales, a la corrupción del sistema penal… Y ganó.

EN PALABRAS DE LA AUTORA

“En 2013 decidí defender la libertad de una mujer, Yakiri Rubio, quien fue secuestrada, violada y apulañada por dos sujetos de apellidos Ramírez Anaya. Ella, en un ejercicio de legítima defensa y en una lucha instintiva peleó por su vida y, al verse en la posibilidad de salvarla, apuñaló de muerte a uno de sus agresores, mientras que el otro ya había huido del lugar 30 minutos antes para ‘lavar a una virgencita’. Así comienza el calvario que llevó a Yakiri a pedir ayuda a la autoridad que en todo momento la engañó, humilló y violentó sus derechos humanos. La historia me obligó a confrontar a un sistema enfermo de soberbia, podrido de injusticia, sin claudicar y levantando la voz con la razón; así me enfrenté a quienes cuestionaban el valor que podría tener la palabra de una mujer defendiendo a otra.”

FRAGMENTO DEL CAPÍTULO “CABEZA DE COCHINO”

“[…] Le conté la historia a Crystal [Tovar] y le pedí que se sumara a la causa. Me dijo que junto con Silvano [Aureoles] podía conseguir, como primer paso, una cita con Édgar Elías Azar, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), un hombre que protege a capa y espada a todos sus jueces porque implican su permanencia en el poder.
A este capítulo lo llamo entonces ‘Un muy mal sueño’ o ‘El hombre cabeza de cochino”. Una mañana Édgar Elías Azar me recibió en su gigantesca y lujosa oficina, un penthouse, ubicado justo enfrente del Hemiciclo a Juárez. Tenía una hermosa vista al centro, música clásica, olía a café. Yo estaba esperando a Crystal, pero demoró tanto que tuve que entrar sola. La secretaria de Elías Azar me confundió con ella y yo no la desengañé. Tenía que entrar y aprovechar esta oportunidad. Cuando entré en la oficina, el magistrado estaba con otro hombre. Me presenté.
—Siéntate, abogada —dijo solemne.
Me senté.
—Mira a esta muñequita, para que no digas que no me visitan mujeres bellas —se dirigió Azar a su acompañante.
En ese momento el doctor Azar era un hombre de alrededor de 68 años de edad. Mi vestimenta era lo sufientemente discreta como para no generar ese tipo de comentarios, sin embargo, eso fue lo primero que dijo. Entonces su acompañante se excusó torpemente y se retiró del lugar.
—Pero antes dime —continuó, colocando una de sus manos sobre mis piernas—: ¿qué opinarías de ser la novia del presidente del Tribunal Superior de Justicia?
Se me heló la sangre. Me dieron náuseas. Vengo por un tema de género, ¿y pasa esto, otra vez? Me moví, me puse el expediente encima —siempre el expediente conmigo—, le di una palmadita en el brazo, me lo quité de encima y le dije:
—Ya, magistrado, lo voy a acusar con su esposa. Mejor vamos a hablar de mi niña.
Elías Azar se echó para atrás en su enorme asiento y me dijo:
—Déjame decirte una cosa: tu niña, como dices, es culpable. Y si yo fuera el magistrado de la quinta sala que tiene que resolver, la dejaba refundida en la cárcel para siempre.
Sentí repulsión por ese hombre cuyas expresiones pesadillescas lo hacían ver para mí como un hombre con cabeza de cerdo.”

Ana Katiria Suárez (Ciudad de México, 1981) estudió derecho en la Universidad Iberoamericana, posteriormente se especializó en materia penal en la Universidad Libre de Derecho; tiene una maestría en ciencias penales y criminología en la Universidad de Barcelona y paralelamente en la Universidad Pompeu Gabra. Desde hace más de 15 años se ha dedicado al litigio penal.
Desde el principio, en medio de piropos que subestiman su labor, se dio cuenta de que en este país los derechos deben exigirse a toda costa, en todo lugar, ante quien sea y como sea. Así fue como maduró su profesión, sobreponiéndose al machismo social y profesional.
No tiene ninguna afiliación política, religiosa ni social: sólo cree en el respeto a la vida y la dignidad humana. Actualmente es una de las máximas representantes de la defensa de mujeres con perspectiva de género. En legítima defensa. Yakiri Rubio y la gran batalla en contra la violencia machista y el sistema penal es su primer libro.

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